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Una vez en el desierto


Era una véz, cuando no quería amar a nadie, pero insististe en sonreír para mi y con miedo decidí, te tomaría como mi mujer.


No tenía planes, no tenía metas, pero me fuí tras de ti porque llenaste el vacío que en mi corazón llevaba.

Y te amé, te amé con sinceridad, te amé con locura y sensatez. tanto te amé que dejaste de ser mi mujer para convertirte en la madre de mis hijos. hijos que no pedí pero al igual que tú llegaron para demostrarme que nadie soy sin la sonrisa que sus labios expresan cuando felices están.


Hoy sigo de pie, luchando por algo que no pienso desistir.

Mirarlos jugar reír y ser felices a mi, el alma me llena de vida otra véz, razon por la que no me detendré. No importa el tiempo, el lugar o la distancia que llevo, aprenderé a vivirlo, pero nunca cambiaré tu sonrisa y su inocencia al correr felices entre la libertar de ser amados.


Y si el amor toca tu puerta otra vez y brillen tus ojos enamorada hasta de la vida, sonriendo nerviosos sabré, que nada mas te falta. Mas tu y nuestros hijos mi presencia siempre lo tendrán. Sus corazones jamás se sentirán solos.



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